Y, mientras Pepito Grillo y yo manteníamos una conversación, no
podía quitarle los ojos de encima. No sé quién dijo que París era la ciudad del
amor, pero estaba claro que no se había montado en la línea tres del metro de
Madrid.
"Próxima estación: Callao. Correspondencia con: línea
cinco"
Iba observando como se levantaba para salir del vagón a la vez que
me preguntaba si volvería a verlo. Paradójicamente, Sol era la estrella bajo la
que me hubiera encantado pasear agarrado a su brazo. Sin embargo, seguía
viviendo en el pasado y permanecí callado.
Me había vuelto a ocurrir.
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