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miércoles, 11 de septiembre de 2013

Y la respuesta correcta es...

La respuesta era que le quería.

Las noches eran interminables, pero en su pensamiento no había lugar para mi. Tampoco me sorprendía. Me encantaba escucharle hablar, aunque lo que decía rara vez coincidía con las conversaciones que manteníamos en mi realidad paralela.

Me preguntaba si lo sabía. Me preguntaba si sería capaz de mantener el corazón en una caja con la etiqueta "MUY FRÁGIL" embalada por doquier. Me preguntaba si esos sentimientos que afloraban desde hace ya un tiempo respetarían el etiquetado ya que, a veces, la sinapsis no era suficiente. Y, entre tanta pregunta, a veces me olvidaba de las respuestas. Porque, ¿cuánto tiempo podemos estar dándolo todo mientras nos vamos conformando con las migas? ¿Moriríamos de hambre, o acabaríamos yendo juntos a cenar entre flores y velas? ¿Volveríamos a formar parte de esa carne resignada del buffet libre?

Y es que, como la gran mayoría de preguntas complicadas, la respuesta era bastante simple. No sabía por qué era así, quizá fuera su forma rara de vestir. A lo mejor eran sus rizos, sus labios tal vez. Quizá me esmeraba por buscarle un porqué a todo para intentar justificar algo que, probablemente, no tuviera ni pies ni cabeza.

Si tuviera que responder al porqué, diría que la respuesta era que le quería.
Y, ¿quién es capaz de explicar eso?


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